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La conocí bailando, estábamos juntos en clase de baile y desde el principio pudimos congeniar bastante, le gusta leer al igual que a mi, le gusta bailar, tomar y es muy inteligente, de todo tiene tema, no había conocido a alguien así, es inefable lo que sentí el primer día que me beso, aquella noche en que después de clase fuimos por una tabla de mezcal mientras me mostraba el libro que leía en aquel momento, un magnífico ejemplar en tapa dura color azul cielo de "La conquista de las galias" de Julio César, antes de subir al coche y llevarla a su casa.
Recuerdo sus mejillas sonrojadas, en parte quizá a lo que estaba pensando hacer, quizá solo fue el alcohol, de ninguna manera llegamos a su casa, al menos no esa noche.
Esa noche la ame como jamás había amado a una mujer, entre el vaivén de sus caderas presionando las mías, sus manos acariciando mi cabello y rasguñando mi espalda, su pecho desnudo frotando contra el mío, nuestros labios fundidos en un beso y sus piernas entrelazadas con las mías creí conocer el cielo, un cielo del que nunca había escuchado hablar y sin parangón con el prometido a las buenas personas.
No quería desprenderme de ella, quería hundirme más y más hasta llegar a lo más profundo de su ser, descubrir los senderos secretos de su cuerpo y de su alma, esa noche la sentí plenamente mía, plena pura y enteramente mía.
Así fue durante algunos meses, platicábamos mucho y de todo, salíamos, bailábamos y terminábamos entregándonos a la pasión carnal con la misma o más intensidad que la vez primera, para mi era la felicidad, solo faltaba formalizar la relación y dejar de escondernos en clase de baile, frente a sus amigos, y más aún, frente a su novio.
Un día llegó diciéndome que ya estaba harta de él, que a veces se sentía agobiada por su relación, que tenían problemas, aunque aparentemente yo no era parte de ellos; el y yo no nos llevábamos, ni mal ni bien, a veces solo nos dirigimos el saludo, a veces ni eso, aunque el sabía que éramos amigos nunca demostró aversión alguna aunque si cierto recelo; me dijo que deseaba dejarlo y que una vez que lo hiciera dejaría pasar algunos días antes de decirle a todos lo nuestro, por supuesto fui feliz y más después de hacerle el amor.
La semana siguiente llegó diciéndome que había vuelto con el después de solo dos días de haber terminado, nada más por qué el la busco y la hizo sentir querida, hermosa y apreciada, salió con que solo fue porque su ego se vio alimentado; al ver mi cara de decepción trato de confortarme diciéndo que no me preocupara que solo era para pasar su cumpleaños, cai tan pronto comenzó a besar mi cuello.
El día de su cumpleaños la vi por la mañana, ambos pedimos permiso en nuestros trabajos, fuimos a desayunar, platicamos mucho y le regale una edición preciosa de tapa dura roja con letras doradas de "La vuelta al mundo en 80 días" junto a una esclava de plata con su nombre y la fecha en que la conocí grabada; por la tarde después de amarla por un largo rato se rompió mi corazón cuando la escuche hablando con su novio sobre los planes para esa noche y las lagrimas llenaron mis ojos cuando oí como le decía que lo amaba, tuve que hacer un gran esfuerzo para no dejarlas salir.
La clase siguiente llego presumiendo a todos el regalo de su novio, unos aretes que ni siquiera eran de plata, por supuesto los llevaba puestos y de mi esclava ni sus luces, lo entendí, tenía que aparentar; cuando días después le pregunté sobre el libro solo se limitó a decir que no había tenido tiempo de leerlo.
La clase siguiente llego presumiendo a todos el regalo de su novio, unos aretes que ni siquiera eran de plata, por supuesto los llevaba puestos y de mi esclava ni sus luces, lo entendí, tenía que aparentar; cuando días después le pregunté sobre el libro solo se limitó a decir que no había tenido tiempo de leerlo.
Casi ya no nos veiamos, solo cuando quería sexo o qué la consolarla porque su novio le había hecho algo o andaba muy estresada del trabajo, en esos momentos volvía a ser mía aunque no tan plenamente mía como antes, cuando le insinuaba que lo dejara ella decía que no empezara con mis cosas, dejé de quejarme.
¿Por qué tiene que ser así? Le he entregado todo lo que soy y ella no lo deja, lamentablemente no me atrevo a dejar de verla, tengo miedo a perderla, de decirle que la quiero para mí, solo para mi y ella decida dejarme solo, en realidad, solo ya estaba.
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